De acuerdo con Luis Bonino Méndez, médico psiquiatra, psicoterapeuta y director del Centro de Estudios de la Condición Masculina en Madrid, la masculinidad es una construcción social.

La masculinidad que viene de fuera y se interioriza, brinda un proyecto de identidad con unos ideales de lo que se debe ser.

Si bien, no existe una sola forma de ser hombre, hasta ahora, en nuestra sociedad, prevalece la masculinidad hegemónica también conocida como masculinidad tóxica, que es aquella que garantiza la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres.

Algunas de las características de las prácticas masculinas hegemónicas aprendidas son:

  1. Autosuficiencia, autoimportancia.
  2. Belicosidad heroica (a modo de guerrero).
  3. Dureza emocional.
  4. Protagonismo invasivo: ocupar tiempo y espacio que se le roba a las mujeres.
  5. Culpar a las mujeres.
  6. Convencimiento de estar en lo cierto.
  7. Diferenciación con las mujeres y con lo femenino.
  8. Corporativismo.
  9. Negar o minimizar los aportes de las mujeres a la construcción del mundo.
  10. Impunidad, entendiéndolo como tener un proyecto personal y priorizarlo.

La masculinidad hegemónica reafirma el patriarcado. Así, los hombres aprenden la violencia contra la mujer a través del entorno y de mensajes estereotipados, en los que se les dice cómo ser y cómo deben tener el control sobre la mujer.

Actualmente, el machismo permanece en muchas sociedades ya que es una versión repetida de la masculinidad hegemónica y un factor de riesgo para generar violencia.

De ahí, la importancia de visibilizar la influencia que tienen los roles y estereotipos de género, para solucionar la problemática de la desigualdad histórica entre hombres y mujeres.